Existen dos tipos de hambre: el hambre física y el hambre emocional. El
bebé come cada tres horas, satisfaciendo así su hambre física. Al crecer, descubrimos el hambre emocional: comer por bronca, culpas que nos hacen ingerir alimentos, etc.
Estas dos “hambres” se confunden y no sabemos distinguirlas. Comemos y a los cinco minutos volvemos a “tener hambre”. La comida tiene que ver con el amor, con el placer y con el encuentro. Una sugerencia práctica es que cuando almorcemos o cenemos lo hagamos sin celulares sin televisión y
sin temas de discusión para que el encuentro sea amoroso y placentero.
Bernardo Stamateas.